La salud mental de los estudiantes se ve afectada durante la pandemia
La cuarentena, las clases en línea y la cancelación del año escolar han producido ansiedad e incertidumbre entre los alumnos.
Isabela Salamanca Melgar
El aislamiento por la pandemia de la COVID-19, sumado a la nueva modalidad de clases virtuales producen distintos efectos en los alumnos. “Ha habido un tremendo desfase y un gran desequilibrio en la salud mental de los estudiantes”, expresa consternada la psicóloga Raquel Melgar. De acuerdo con Melgar, los efectos producidos varían de acuerdo a distintos factores. “No es lo mismo si ellos cuentan con un espacio donde pueden estar aislados, tienen una buena computadora, una buena conexión a Internet y además un sistema de apoyo, (…) que pasar clases en un ambiente donde la mamá está cocinando, el papá está gritando, los hermanos están pasando clases y desde un dispositivo pequeño como el celular, que además no tiene todas las funciones necesarias para las actividades en línea”, comenta.
Velando por la salud de los estudiantes frente a la pandemia de la COVID-19, el 12 de marzo del año 2020, la entonces presidenta interina de Bolivia, Jeanine Áñez, anunció mediante una rueda de prensa la suspensión de clases a nivel nacional, en todos los niveles y modalidades. Ante un incremento de contagios en el país, la suspensión fue postergada de manera indefinida. Frente a esta determinación, muchas instituciones educativas tomaron la decisión de reanudar las clases de manera virtual y remota. Sin embargo, debido a la falta de medios adecuados y de condiciones óptimas para llegar con educación virtual a todo el territorio nacional, el Gobierno tomó la decisión de cancelar gestión escolar 2020 para los niveles inicial, primario y secundario de la educación fiscal, privada y de convenio, entrando en vigencia a partir del pasado lunes 3 de agosto.
De acuerdo a Ángela López (nombre ficticio creado para proteger la identidad de la persona), docente en una institución educativa privada, la clausura del año escolar se dio por la presión de distintos sectores. “Es realmente muy triste ver como padres se han dejado manipular por personas con intereses políticos que han ido demandando cosas que saben que no son posibles. Creo que cada familia por supuesto tiene el derecho y la necesidad de expresarse y comunicarse con las instancias educativas en las que están y exponer las dificultades a las que se enfrentan. Así seguro que se encontraban soluciones. (…) No quiero hablar de política pero para mí eso ha sido netamente político”, afirma.
Sin embargo, el pasado 19 de agosto, la Sala Constitucional primera de La Paz dejó sin efecto la clausura del año escolar. Nadia Cruz, defensora del pueblo, anunció en un comunicado de prensa que “la Sala Constitucional primera, ha generado jurisprudencia para nuestro país al resguardar, mediante una acción popular, el derecho a la educación. (…) Queda sin efecto la clausura del año escolar, porque ese acto administrativo, que no ha sido ni por decreto ni por una ley, estaría lesionando y limitando el derecho a la educación de los estudiantes”. Asimismo, indicó que el Ministerio de Educación tiene un plazo máximo de 10 días hábiles para “desarrollar una política pública integral para garantizar la enseñanza”.
Como consecuencia, los estudiantes se encuentran en la incertidumbre frente a las recientes determinaciones. Romina Estrada, bachiller del año en curso comenta inquieta que muchos de sus compañeros abandonaron el colegio tras leer la noticia de la cancelación de la gestión escolar, a pesar de que su institución educativa les ofreció la opción de continuar con las clases de manera voluntaria. Expresa que, desde su perspectiva, el intento de anular la determinación de cancelar el año escolar juega con la estabilidad mental y emocional de los alumnos. “Si bien sabemos que las clases virtuales no son lo ideal, son una opción para poder formarte un poco más. Para no perder esa rutina que se crea, ese hábito de estudio. Y además podías ver a tus compañeros o a tus amigos, si bien no físicamente pero podías estar con ellos, compartir aunque sea unas cuatro horas al día y al fin de cuentas ocupar un poco de tu tiempo”, afirma Estrada afligida.
“Es un año distinto para todos, nos ha hecho abrir los ojos a muchas verdades que, así como pueden haber sacado lo mejor de las personas, también pueden haber sacado lo peor”, ratifica López.
Ante el fallo de la Sala Constitucional primera de La Paz, el entonces ministro de Educación, Víctor Hugo Cárdenas, declaró que iniciará procesos a los involucrados por uso indebido de influencias y resoluciones contrarias a la Constitución. Asimismo, mantuvo su decisión de potenciar las clases virtuales y a distancia, asegurando que el Gobierno estuvo trabajando en plan que deberán seguir los maestros para iniciar con las clases en esta nueva modalidad. Para ello se creó un curso para maestros, sin embargo, de los 120 mil registrados tan solo 48 mil culminaron el curso. Al mismo tiempo, garantiza haber conversado con universidades públicas y privadas, con el fín de que los bachilleres reciban apoyo académico antes de iniciar con sus estudios superiores.
Si bien los efectos en la salud mental, en la estabilidad emocional y en la capacidad de atención son distintos y varían de acuerdo a la situación particular de cada estudiante, es evidente que la pandemia de la COVID-19 dejará secuelas en el futuro de los alumnos. De acuerdo a Melgar, dentro de 20 años se continuarán estudiando los efectos que la coyuntura actual produce en los estudiantes. “Cuando los niños que están entrando primaria dentro de 20 años estén saliendo profesionales, podremos evidenciar los efectos producidos. Porque definitivamente la educación ha cambiado, no va a volver a ser igual, por lo menos por los próximos dos años, por lo que dicen los médicos la posibilidad de volver físicamente a las aulas no es real. (…) Es evidente que dentro de 20 años todavía vamos a seguir viviendo los efectos de lo que está ocurriendo ahora”, comenta.
Inevitablemente se produjeron efectos directos en la estabilidad mental de los estudiantes, sin embargo, existen distintas alternativas para minimizarlos. Conforme a Melgar, la resiliencia es la esperanza para el futuro de los estudiantes y de la educación. “Es la capacidad de salir fortalecidos de la crisis, para mí este es un elemento que tiene que ser enseñado”, afirma optimista. Melgar considera que incluir el desarrollo de los pilares de la resiliencia como parte de la educación es una una de las medidas que debería tomar, además de la inclusión de consultorios gratuitos psicológicos para los estudiantes, espacios de contención, y la facilitación de un espacio donde los alumnos puedan expresarse libremente.